viernes, 12 de febrero de 2010

El lugar del arte

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¿Cual es el lugar del arte? ¿Dónde está? ¿Dónde podemos buscarlo cuando necesitamos algo que nos conmueva, cuando necesitamos belleza que renueve nuestra sensibilidad?

Algunos pensaran que el lugar del arte es un museo, una galería importante donde el reconocimiento de los críticos asegure que esas obras son arte de verdad. Arte con mayúsculas de seriedad.
Otros dirán que el lugar del arte esta en la calle, en los parques, en los espacios ocupados donde lo que nos asegura la verdad del arte es su autenticidad, su independencia, su originalidad.
Esto último quizás es mas acertado pero de todas maneras sigue ligando al arte con su espacio de ejecución. Y ese espacio, para nosotros, no tiene gran importancia.
Los lobos del pequeño Hans decimos que EL LUGAR DEL ARTE NO EXISTE; que el arte se define por salirse constantemente de donde queremos ponerlo, de donde queremos asegurar su permanencia, su existencia como un objeto de posesión, de utilidad estética, política o moral.
El marketing trata de darle lugares al arte (“espacio movistar”). De extraer constantes estéticas del flujo artístico y proyectarlas en un producto: integrar el arte al circuito de producción-consumo. La moda, al contrario, trata de llevar su circuito de producción y consumo cerca del arte: impregnar la compra-venta y extracción de ganancia de la belleza artística.

Pero el arte no se deja, es sumamente indócil.

El arte no debe tener lugar para ser arte. Aunque los estados, los ayuntamientos y las obras sociales de los bancos (“Obra Social de La Caixa”) lo financien y le otorguen espacios el arte debe renunciar a ser posicionado para seguir existiendo como arte.
El lugar del arte es su propia dimensión, es salirse de toda localización, de toda presencia asegurada y relajada.
El arte necesita ser nómade, errante, fugitivo. Ni siquiera contrario, contestatario u opositor. El lugar del arte no es la confrontación ni el choque. El arte no puede agotarse en un ANTI: ni anti-sistema, ni anti-fascista, ni anti-capitalista, ni anti-lógico. El lugar del arte es un TRANS un PARA: para-normal, para-sistema, para-lógico, para-pensamiento: un trans-espacio.

Salirse cíclicamente de sí mismo y reencontrarse donde nadie lo hubiera nunca esperado; carecer de lugar fijo, mutar y devenir otra cosa es una tarea inevitable de la creación artística.
Por eso lo que más nos interesa no es buscar un lugar para el arte en este sistema social sino llevar este sistema hacia el trans-lugar del arte.
Allí el lugar del arte es indestructible, no se lo puede desalojar porque para tocar sus cimientos hay que entrar en su terreno.
Terreno absolutamente impenetrable para la máquina de guerra.


Los lobos del pequeño Hans


Originalmente publicado en "Revista Ta Kin. La mierda solar"


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