martes, 12 de enero de 2010

Mira del otro lado

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Debía a mí mismo, (no sé si a los lectores también), una pequeña reseña de que significa, que es mira del otro lado para mí.

Concebí este blog como una pequeña caja de herramientas. Para descansar de mis escritos “serios” Quiero decir con esto que no pretendía hacer una simple exposición de mis escritos sino utilizar el acto de escribir y de exponer lo escrito para pensar.
Lo importante en este blog es el proceso de escribir y pensar, y no (tanto) el resultado final de este proceso.
Me tomo la licencia, entonces, de publicar casi inmediatamente lo que escribo, sin corregir. Y voy corrigiendo a medida que leo y me leen, desde afuera. Quiero romper ese miedo del escritor de no ser coherente y correcto.


Quizás, pienso ahora, mejor hubiera sido no escribir esto. No romper la magia del acontecimiento y querer restituir una coherencia, un nuevo plano de lo ya dicho y publicado bajo mi nombre. No querer restituir la unidad, o al menos la dialéctica de dos contrarios (mi yo y mi deseo) frente a la multiplicidad de la dispersión de mis textos.

Pero me consuela pensar que esta tarea igualmente hubiera estado destinada al fracaso. Que la imagen de mí mismo, de mi nombre, el poder de las palabras de designar una coherencia hace ya tiempo que no asfixia mi sensación de novedad. Que, finalmente, el fracaso de esa otra tarea justamente asegura el éxito de poder pensar lo otro. Es decir, simplemente pensar.

Y allí quería encontrarme (porque, y en esto no me engaño, todavía busco algo de mí), mirándome desde afuera, mirándome mirar del otro lado, y ser succionado indefinidamente por esa alteridad que no es ningún retorno ni punto final de llegada sino una función de rebote infinito.

Hasta que el azar permita nuevamente que el teatro y la perversión produzcan el trance, el trance de pensar; es decir, pensar lo otro.

Del otro lado.


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