sábado, 16 de enero de 2010

Derechos de autor

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Yo lo dije
Yo lo sé
Yo lo hice
Yo lo inventé

Yo lo tuve
Yo lo creé
Yo lo traje
Yo lo pensé

Yo lo soy?
Yo lo sé?
Yo lo digo?

Yo que se…



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martes, 12 de enero de 2010

La humanidad enferma

A Orwell


La humanidad enferma


Esto que podría haber sido un relato de ficción se convirtió en una realidad.
Carece de importancia perderse en el absurdo de todos los comienzos que al fin y al cabo solo disipan la actualidad de este presente. Hoy la humanidad esta enferma. Toda la humanidad está enferma.

Lo que alguno denominaron una preocupante extensión de lo patológico y otros una igualmente preocupante patologización de lo viviente hoy es un hecho que ha modificado totalmente nuestra calificación del vivir. Vivimos en un estado de continua muerte potencial; vivir es ceder poco a poco la vida.
Parecería fútil toda resistencia al natural devenir de lo viviente; pero lo preocupante no es la certeza de la mortalidad sino la fragilidad ontológica que nos impone este crónico mal funcionamiento, este perpetuo riesgo de empeorar.
No tendría el lector una ajustada idea de lo que se nos impone como experiencia sino dijéramos del peligro y la suspicacia que nos invade cuando nos acercamos a saludar a alguien a menos de un metro de distancia, cuando en las ocasiones más especiales llevados por un nostálgico gesto de cercanía nos damos la mano sin guantes o damos un beso sin barbijo.

Afortunadamente la sospecha sobre los otros y nosotros mismos se ha extendido aún más que las enfermedades contagiosas y nos cuida de las actitudes irresponsables, porque, hemos de admitirlo, si hay un eslabón sobre el que la enfermedad se aferra como último bastión, como reservorio patógeno y medio de incubación, es nuestro propio deseo. Es sobre nuestro deseo irrefrenable que todas las medidas profilácticas terminan de ceder, es culpa de ese deseo desencajado que las más (aparentemente) nimias transgresiones metodológicas y profilácticas terminan por sabotear los espléndidos planes de la Organización Mundial de la Salud por preservar y potenciar nuestro bienestar. Es ese empecinado deseo de riesgo de contacto la principal amenaza sanitaria desde los últimos siglos hasta nuestra actualidad.
Por esta razón la Organización de la Opinión Publica Mundial expresó junto con su alivio y alegría, su felicitación y apoyo incondicional a los renovados esfuerzos científicos que dieron lugar al descubrimiento y definición de una nueva enfermedad contagiosa: la irresponsabilidad sanitaria.
He aquí el documento de los informes técnicos de la Organización Mundial de la Salud del año 2018:

La irresponsabilidad sanitaria consiste en un trastorno de la conducta caracterizado por una incapacidad total o parcial de evitar exponerse al deseo de conductas potencialmente peligrosas para la salud propia o de otros ciudadanos. Por el grado de su riesgo de extensión esta enfermedad debe considerarse una pandemia global, siendo la persona portadora el huésped y la sustancia significativa (material o simbólica, íntima o interpersonal) el vector de contagio”.

Estamos listos para la lucha final contra este flagelo. Sólo quedan minúsculos grupos de incívicos que se resisten al tratamiento: el continente africano en su mayoría, y los marginales de todos los países nunca ha podido desprenderse de su carga genética poco favorable al progreso; la corrupción de los gobernantes y la escasa solidaridad del resto de la humanidad han hecho el resto por el perpetuamiento de su desgracia. Se dan las manos sin guantes, se abrazan sin ropas especiales, se besan sin barbijo, (incluso en la boca, incluso antes de un chequeo de enfermedades efectivas), follan a menudo sin profilácticos, tienen hijos mediante partos “naturales” propios de los animales.
No debemos retrasarnos ni un instante más. La más pequeña duda e inconsistencia, el más ínfimo fallo de nuestro consenso puede resultar en un procedimiento poco efectivo y con alcance limitado.

Debemos actuar ya.
Todos sabemos quienes son los principales focos de contagio.



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Mira del otro lado

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Debía a mí mismo, (no sé si a los lectores también), una pequeña reseña de que significa, que es mira del otro lado para mí.

Concebí este blog como una pequeña caja de herramientas. Para descansar de mis escritos “serios” Quiero decir con esto que no pretendía hacer una simple exposición de mis escritos sino utilizar el acto de escribir y de exponer lo escrito para pensar.
Lo importante en este blog es el proceso de escribir y pensar, y no (tanto) el resultado final de este proceso.
Me tomo la licencia, entonces, de publicar casi inmediatamente lo que escribo, sin corregir. Y voy corrigiendo a medida que leo y me leen, desde afuera. Quiero romper ese miedo del escritor de no ser coherente y correcto.


Quizás, pienso ahora, mejor hubiera sido no escribir esto. No romper la magia del acontecimiento y querer restituir una coherencia, un nuevo plano de lo ya dicho y publicado bajo mi nombre. No querer restituir la unidad, o al menos la dialéctica de dos contrarios (mi yo y mi deseo) frente a la multiplicidad de la dispersión de mis textos.

Pero me consuela pensar que esta tarea igualmente hubiera estado destinada al fracaso. Que la imagen de mí mismo, de mi nombre, el poder de las palabras de designar una coherencia hace ya tiempo que no asfixia mi sensación de novedad. Que, finalmente, el fracaso de esa otra tarea justamente asegura el éxito de poder pensar lo otro. Es decir, simplemente pensar.

Y allí quería encontrarme (porque, y en esto no me engaño, todavía busco algo de mí), mirándome desde afuera, mirándome mirar del otro lado, y ser succionado indefinidamente por esa alteridad que no es ningún retorno ni punto final de llegada sino una función de rebote infinito.

Hasta que el azar permita nuevamente que el teatro y la perversión produzcan el trance, el trance de pensar; es decir, pensar lo otro.

Del otro lado.


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lunes, 11 de enero de 2010

Psiconáutica Floripondio: episodio final















Ultimo episodio de mi primera experiencia con Floripondio (Brugmansia Arbórea)
Aqui esta el primer capítulo
Aquí el segundo
y aquí el tercero



Entre las 8 de la mañana y 5 o 6 de la tarde.


MI CASA. LA GENTE. LA VIDA


Llego a mi casa.
Busco. Busco la llave que había escondido entre la tierra.
Tierra, mucha tierra. Busco, busco, busco, encuentro.
Abro.
Duermo


Corte

Me despierto.
Qué noche! Si están todos aquí todavía. Todos mis amigos. Un montón en el living de mi casa. Hablando, riendo.
Me quiero ir a duchar.
Escucho a todos hablando. Me empiezo a duchar y me pregunto “que hacen todos aquí?”
Me asomo al living desde el baño y… no había nadie.
-Ah, el floripondio. Todavía estoy colocado. No me acordaba.


Corte

Me sigo duchando, el grifo de la ducha comienza a ser mi amigo Emi, que habla aquí y en el living. Dos Emis.
Su cara desaparece del grifo y comienza a reconstruirse en la toalla colgada en la pared (la toalla es su pelo) Sigo hablando, o escuchando; es él el que habla.
Hablan todos en el living, me asomo y no hay nadie.
-Ah, el floripondio!

Semi corte


Me miro en el espejo.
Tengo algo en los ojos. Como si fuera una araña multicolor. Me doy cuenta que todo está lleno de esas arañitas multicolores. La cama, la mesa, los muebles.
Intento sacármelas del ojo. Podría dado que están como flotando sobre la superficie de la pupila. Intento pero toco la pupila y me hago daño. Intento.
Intento.
Dos, tres horas (realmente).

En el otro ojo también tengo!
(Nota de aclaración: En realidad las arañitas multicolores eran los brillos de la luz que se veían muy grandes por la dilatación de mis pupilas gigantescas de atropina. Esto yo no lo sabía)

Debo ir al hospital a que me saquen estos bichos de los ojos.

Voy (realmente) al hospital. Voy a la guardia y espero en la sala de espera. Hay un policía pero no me preocupa. Realmente no relacionaba las arañitas con el floripondio.
Viene un doctor, le digo que tengo ladillas (piojos) en las pestañas.
Me mira con una luz. Me dice que no tengo nada. Le pregunto si está seguro. Me dice que sí. No le creo.

Salgo del hospital.


Fin




Comentario

De a poco fui saliendo del colocón. La última idea de las arañitas era lo que suele denominarse en psiquiatría una “idea delirante”. No estaba alucinando sino interpretando “delirantemente” un estímulo físico real.
Tuve el efecto de midriasis (dilatación anormal de las pupilas, anormal si no tomas floripondio, claro) hasta el otro día y de a poco fui volviendo a mi normalidad.
La marihuana no me colocó hasta 72 horas de la ingestión del floripondio y puede usarse para señalar el fin del colocón.
Agradezco haber pasado por la experiencia; en los dos sentidos: de que ya pasó y de haberla vivido y conocerla. El floripondio no me enseño nada de mí, de mis emociones o pensamientos. Sencillamente me mostró que hay infinitas- n - dimensiones superpuestas entre sí. Y que nosotros no vivimos en una sino que componemos una con mucho esfuerzo y poco éxito.

El floripondio me enseñó que es la llave infinita de los universos superpuestos.



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jueves, 7 de enero de 2010

Pensar

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«Pensar,
ni consuela ni hace feliz. Pensar se arrastra lánguidamente
como una perversión; pensar se repite con aplicación
sobre un teatro; pensar se echa de golpe fuera del
cubilete de los dados. Y cuando el azar, el teatro y la perversión
entran en resonancia, cuando el azar quiere que
entre los tres haya esta resonancia, entonces el pensamiento
es un trance
; y entonces vale la pena pensar.»

Michel Foucault


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domingo, 3 de enero de 2010

Psiconáutica Floripondio III
















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Continúo el relato de mi primera experiencia con Brugmansia arbórea (Floripondio).
Consumí 12 flores, aproximadamente 4 dosis.
Remito al lector a los primeros dos capítulos para entender mejor la historia.
Esta parte de la experiencia corresponde a la mitad del efecto propiamente alucinógeno. Entre las 4 y 10 de la mañana. Momento donde tengo muy pocos recuerdos y aparecen sumamente fragmentados.

Es preciso aclarar que estaba caminando en la Ciudad Universitaria de Córdoba (Argentina) y por la mañana entré al edificio de la Universidad Tecnológica.
Los títulos "Corte" indican un corte de la memoria.




La Universidad. La Escuela. El Tiempo.


Estoy (realmente) en la universidad, en un aula.
Sentado en un pupitre. Entra un profesor y dice “saquen una hoja”. Yo miro hacia mi derecha y alguien me da un papel, miro a mi izquierda y alguien me da una lapicera.
El profesor comienza a dictar las preguntas. Yo miro el papel y me doy cuenta que no puedo escribir nada. Me levanto y salgo del aula.
Estoy caminando por los pasillo de la universidad, es sábado y hay gente.
Se me acerca una chica, me pregunta si tengo 20 céntimos para hablar por teléfono, meto la mano en el bolsillo y saco un pequeño puñado de monedas, el color amarillo es tan fuerte que el reflejo me deslumbra. Le digo “elegilas vos, yo no puedo ver”, escogió algunas de mi mano y se fue.


Corte

Siento que alguien me ha robado mi campera (chaqueta), (no era cierto en la realidad). Lo busco, veo un par de chicos, ese debe ser, los alcanzo (realmente) y le digo si él tiene mi campera. Me dice que no, no le creo. Busco por toda la universidad.
Me pierdo, es un laberinto, 4 bloques idénticos, 4 patios, pasillos, todos iguales, todos diferentes, NUNCA el mismo lugar.
Es un viaje dentro de este misterioso edificio, luego voy encontrando lugares pero de otros tiempos, de mi escuela secundaria, de la primaria.
Siempre la misma estructura, NUNCA el mismo acontecimiento que se desplaza y se me escurre en el tiempo. Suceso esquivo. Tan indefinido que me pregunto de donde viene la certeza de su existencia; en que plano de estos millones de fragmentos de este universo descompuesto debo buscar cuando ya no existen puntos estacionales ni descansos sino un puro devenir que juega con la geometría de mi memoria.

Situaciones, recuerdos, anécdotas. Ahora el viaje es en el tiempo.


Corte

Estoy queriendo salir de este edificio. No encuentro la salida.
Patios. Patios del recreo entre la hora de Matemáticas y de Lengua. Patios de la escuela. Tiempo y espacio entremezclan sus planos.
Este tiempo con aquel espacio, más otro tiempo de un recuerdo, de una imagen sumamente circunscrita, como el estar mirando un pequeño azulejo de un rincón del living de mi casa a los 5 años. De un espacio que es mi casa en ese patio, en ese patio de otro tiempo, con otra gente, que se confunde con mi mismo en un tiempo confuso que me remite a un espacio indeterminado en un punto del tiempo que se fragmenta y despliega otro universo dentro de sí mismo.

Quiero salir ya de este edificio transtemporal, de este laberinto transespacial, de este mí transpersonal.

Encuentro la cochera (el parking). Ahí deben estar mis amigos esperando en el auto.
Ahí están. Me acerco al coche.
No se mueven, parecen estatuas, sólidos, absolutamente quietos. Les digo- “dale no jodan que me quiero ir”. Intento abrir la puerta y esta cerrada. Pestillo bajado.
Los vuelvo a mirar.- “Ehh! Chicos!” Estatuas inmóviles. Ni siquiera respiran.
Levanto la vista.
Vuelvo a mirar para insistir y…. ya no había nadie en el coche. Habían desaparecido.


Corte

Busco la salida de esta Universidad.
Estoy en el estacionamiento de coches.
Veo un policía y me acerco.
Le digo- “Disculpe, me podría decir como salir de aquí? No encuentro la salida”
Me contesta: “Yo no sé, pero podes preguntarle a él, que sí sabe” Cuando me giro a preguntarle al otro policía veo que era solo un cartel hecho de un palo de hierro con una goma de coche como base. Me sorprende y me giro hacia el policía sin comprender el chiste estúpido. Cuando lo veo era otro palo exactamente igual a su compañero.


Corte



BÚSQUEDA


He logrado salir. Es de día, de mañana supongo.
Busco algo. Camino por un descampado en Ciudad Universitaria.
Perros, jaurías. Un dogo blanco es el líder. Fascinante. Los sigo. Soy perro buscando, oliendo comida, hembras, llanura. Olor.
Esto transcurre en miles de años. Transcurrió en miles de años. Millones de siglos.
Tiempos remotos de una jauría de perros buscando en llanuras y bosques; impregnando sus hocicos de olor a pasto, a hembras.
Cacería.

Corte

Llegamos (la jauría) a una cancha de fútbol (realmente). Se jugaron muchos partidos aquí. Veo las jugadas. Miles de jugadas. Siento muchos jugadores, su cansancio, el ruido de los botines en el piso de tierra dura y piedras. Arcos y gol.


Corte

Un hongo azul. Precioso. Azul marino. Con un tallo blanco.
Un hongo increíble. Lo he encontrado.
Aquí. En el medio de un descampado, entre la maleza.
Debe ser una droga maravillosa.
Lo miro fascinado. Quiero recordar donde está. Como encontrarlo otra vez.


Corte

Estoy frente a una ventana. De una casa. (real)
Quiero una medialuna, una factura, allí son ricas.
Alguien de la casa se asoma y me pregunta qué quiero.
-Una medialuna por favor- le digo.
-Aquí no tenemos medialunas- dice el hombre que se había asomado, entre asombrado y defensivo-agresivo
-Vale, andá a donde las tienen y traéme una medialuna- Le digo, pensando que me estaba haciendo alguna broma. (Porque claro las medialunas estarían allí atrás, donde las hacen, y no en la ventana desde donde me hablaba este señor.)
Quizás por la cara del señor o por otra razón me doy cuenta que no tenían medialunas. Quizás era solo una casa normal; sin medialunas.


Corte



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