domingo, 28 de diciembre de 2008

Río de deseo (mas allá de mí)

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Quiero tener un hijo
No es para mí, todo lo contrario, absolutamente lo contrario.

Siento que todo me empuja, todo esto que estoy sintiendo y pensando. Todo esto que esta saliendo a través de mi me lleva.
Siento un río de millones de años, un mar de olas colosales levantándose en el último instante de equilibrio, justo antes de comenzar a caer para romper sobre mi pecho. Siento la fuerza de la eternidad que me empuja y que ya no puedo contener.

Me obliga la historia de millones de siglos unidos por el deseo. Me obliga la visión enigmática del espacio entre-dos de los que nacen los imposibles, inmenso enigma del infinito que vence mis espaldas de ser pensante.

La historia de todo lo sucedido y de lo que vendrá me dice, me hace dar cuenta, que sólo soy un paso, un minúsculo fragmento de una gigantesca materia que me compone y quiere continuar.
Más allá de mí.
Aunque toda mi mente se piense, aunque todos mis cálculos lo descarten, aunque mi razón se revele, se mofe, se indigne y se enoje, temerosa.

Quiero tener un hijo.
Lo quiero desde adentro, desde lo más profundo de mi extensa superficie, desde mis millones de perspectivas encontradas.

Esta vez, esta única vez, todo.
Todo junto. Todo unido.

Para vos.




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viernes, 26 de diciembre de 2008

Entre-dos.

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Ayer me suicidé.
Fue uno de estos momentos de nada. Estos lapsos entre dos objetivos. Esos lapsos entre-dos en que nos damos cuenta que la vida carece de sentido o, lo que es mucho peor, que detrás de ese sentido que día a día nos esforzamos en construir y mantener, no hay nada.
Momento en que nuestros más anhelados fines se revelan como meras distracciones. Tan iguales unas a otras... tan equivalentes todos ellas a la nada...
Fue en uno de estos momentos que me suicidé. Y no elegí particularmente un lugar ni una forma especial. Fue sólo dejarse caer. Ni siquiera una elección, sólo un dejar ser lo inevitable, dejar de retrasar la muerte.
Ahora, desde este lugar que no puedo confiarles porque no podrían (ni deberían) comprender, me pregunto seriamente cómo es que no todos se dejan caer al vacío, cómo el primer acto inaugural de la conciencia no es el suicidio. ¿Acaso es la necedad de pensarse inmortales?, ¿acaso es la última esperanza de ser los únicos sobrevivientes a la vida?
No, en el fondo todos lo saben, todos lo sabemos. Es simplemente un movimiento que comenzó hace mucho tiempo, una cadena casi infinita de movimientos que tememos profundamente detener porque, (con toda razón) no sentimos nuestra.
Y fue eso lo que me motivo mayormente a suicidarme, el deseo de hacer mío, por vez primera, algo de lo que toda mi vida había sentido temor. Algo con lo cual sólo negándome a ser yo podía entrar en contacto.

Algo para lo cual debía colocarme sutilmente aquí.

En un entre-dos.





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sábado, 20 de diciembre de 2008

Miles de años








Quedé atrapado en esa imagen.


No recuerdo bien cuando, ni tampoco cómo comenzó este hechizo.




Sólo se que ahora estoy aquí, enfrentado a una abstracción hipnótica que me seduce mas allá de cualquier criterio, mas allá de cualquier ultimo recaudo de la razón.
Aquí, en esta superficie plana de horizonte abierto, sólo veo sus ojos, sólo veo su boca.
Sólo me dejo encantar por la belleza de esa conjunción precisa y luminosa en que resulta su sonrisa; por el delicado encanto de sus gestos, tan adecuado a mi gusto que es como si las lluvias de miles de años hubieran grabado en mi materia el detalle de su rostro.

Quedé atrapado en esa imagen. Ahora, tras el paso de miles de años, entiendo. Entiendo que mi destino estaba dibujado sobre las delicadas líneas de esos ojos, sobre la tersa superficie de esa piel; sobre las suaves, deliciosas, cadencias de sus relieves.

Ahora, tras el paso de millones de años, entiendo mi parte, mi único motivo, provocar la unión entre el infinito y ese gesto de belleza.




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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Instantánea de un armónico

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Adquirí mi consciencia volando.

No recuerdo exactamente cuando fue, a partir de qué momento. Los recuerdos aparecen borrosos y confusos. Solo sé, tengo la certeza, de que ahora soy consciente, a mitad de este vuelo loco, desplegando mis alas en este vuelo totalmente incierto y libre de destino.

Quizás la primera sensación que tuve fue en mi estómago; una multitud de sensaciones que adivino tan complejas y diversas como este mundo que se despliega ante mis ojos. Sensaciones tan intensas que es como si cientos de centros de energía incandescieran en mi interior.

Tengo una compleja sensación de plenitud que abarca todas las emociones posibles, miedo, alegría extrema, odio y rabia, felicidad, amor, esperanza y una profunda, infinitamente extensa, contemplación de lo existente.

Adquirí conciencia en este vuelo loco, a punto de rozar con mi nariz otro punto de consistencia, en ese preciso momento en que algo, algo que solo podría definir como una multiplicidad de sensaciones en mi estómago, produjo un tono luminoso de armonía.


























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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Infinita maquinaria de reloj



















Cuando más penetras en el mundo del teonanáctl,
más cosas se ven
y miras nuestro pasado y nuestro futuro como una sola cosa
que ya se llevó a cabo, que ya sucedió.

Veo caballos robados
y ciudades enterradas cuya existencia es desconocida
y que están a punto de salir a la luz.

Veo y sé millones de cosas.
Conozco y veo a Dios;
un inmenso reloj que palpita,
esferas que giran alrededor y adentro de las estrellas,
la tierra,
el universo entero,
el día y la noche,
el llanto y la sonrisa, la felicidad y el dolor.

El que conoce hasta su fin el secreto del teonanáctl puede ver esa infinita maquinaria de reloj.


María Sabina


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Psiconautica 9 Floripondio II (continuación)










Continúa nuestro personaje (yo hace 10 años) su viaje interdimensional por un parque (Ciudad Universitaria) de Córdoba. El título "Corte" significa cortes en mi memoria y conciencia y pasos instantáneos a otra situación.
Aproximadamente 3 am




El espíritu de las plantas



A medida que me fui internando en Barrio Jardín y en la experiencia de floripondio los recuerdos de la misma se hacen más débiles, confusos y segmentados.
Recuerdo caminar por el barrio pensando en las cosas que allí sucedían, historias mínimas de otros tiempos que nadie nunca había recogido y comentado, sucesos olvidados; sensaciones ocurridas en esos jardines, resonando en el espacio de esas calles y patios.


Corte.

Camino hacia Ciudad Universitaria, me dirijo a un enorme descampado.
Camino con cierta dificultad. Me cuesta coordinar mis movimientos, sobre todo mi pierna izquierda que no puedo mover con normalidad.
A la vista de cualquiera debía parecer una persona con problemas motrices. (y mentales, claro)
En ese momento aparece mi amigo de la infancia Guillermo acompañándome en el paseo. Mientras hablaba conmigo se adelanta (él podía caminar bien) y se esconde detrás del tronco de un árbol. Le digo “dale, sigamos caminando” y cuando voy a buscarlo detrás del tronco…no había nadie.
Esto me sorprendió grandemente y me hizo gracia, recordé que había tomado floripondio y que este extraño suceso debía estar relacionado.
Mi amigo Guillermo era tan real como la calle, o el teclado donde escribo esto ahora. Absolutamente indiferenciable de la realidad.


Corte.

Estoy en el medio de un bosque oscuro, rodeado de árboles, quieto en la oscuridad.
De repente (se me eriza la piel cuando lo recuerdo), veo acercarse un grupo de mujeres.
Largas, extremadamente altas, oscuras.
Vienen hacia mí. Se acercan y me rodean.
Medían 4 o 5 metros y tenían unos brazos largos y extendidos. Sus cabellos eran negros, sus caras eran difíciles de diferenciar entre sus formas. Sus movimientos eran suaves y ondulantes. Gigantescas y elegantes.
Si bien la situación era un tanto atemorizante no tenía miedo en absoluto. Eran presencias conocidas, aunque también había en su actitud algo intimidante. Inspiraban sumo respeto.
Las mujeres comenzaron a moverse a mi alrededor. Se acercaron a los árboles. Eran tan altas como ellos.
Una de ellas se abrazo a un árbol, acomodando sus largos brazos entre las ramas y en un movimiento mágico y repentino...se fundió con él.
Todas hicieron lo mismo.
Ahí comprendí lo que me querían enseñar.
Eran los espíritus de los árboles.


Corte

Camino al costado de una calle de la Ciudad Universitaria. Hay un enrejado metálico y enredaderas a lo largo, trepadas a la reja.
También hay árboles.


Corte

Su cara es una conjunción de elementos vegetales fractalmente agrupados.
Me habla, ¡que alegría de estar escuchando lo que una planta tiene que decir! Yo estoy tan adentro como afuera de esa situación, solo el de adentro comprende y recuerda, el otro mira y disfruta.
¡Todas hablan! toda la inmensa hilera de enredaderas y árboles hablan. No todos quieren comunicarse. Con algunos tengo simpatía, con otros, indiferencia.


Corte



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