domingo, 3 de enero de 2010

Psiconáutica Floripondio III
















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Continúo el relato de mi primera experiencia con Brugmansia arbórea (Floripondio).
Consumí 12 flores, aproximadamente 4 dosis.
Remito al lector a los primeros dos capítulos para entender mejor la historia.
Esta parte de la experiencia corresponde a la mitad del efecto propiamente alucinógeno. Entre las 4 y 10 de la mañana. Momento donde tengo muy pocos recuerdos y aparecen sumamente fragmentados.

Es preciso aclarar que estaba caminando en la Ciudad Universitaria de Córdoba (Argentina) y por la mañana entré al edificio de la Universidad Tecnológica.
Los títulos "Corte" indican un corte de la memoria.




La Universidad. La Escuela. El Tiempo.


Estoy (realmente) en la universidad, en un aula.
Sentado en un pupitre. Entra un profesor y dice “saquen una hoja”. Yo miro hacia mi derecha y alguien me da un papel, miro a mi izquierda y alguien me da una lapicera.
El profesor comienza a dictar las preguntas. Yo miro el papel y me doy cuenta que no puedo escribir nada. Me levanto y salgo del aula.
Estoy caminando por los pasillo de la universidad, es sábado y hay gente.
Se me acerca una chica, me pregunta si tengo 20 céntimos para hablar por teléfono, meto la mano en el bolsillo y saco un pequeño puñado de monedas, el color amarillo es tan fuerte que el reflejo me deslumbra. Le digo “elegilas vos, yo no puedo ver”, escogió algunas de mi mano y se fue.


Corte

Siento que alguien me ha robado mi campera (chaqueta), (no era cierto en la realidad). Lo busco, veo un par de chicos, ese debe ser, los alcanzo (realmente) y le digo si él tiene mi campera. Me dice que no, no le creo. Busco por toda la universidad.
Me pierdo, es un laberinto, 4 bloques idénticos, 4 patios, pasillos, todos iguales, todos diferentes, NUNCA el mismo lugar.
Es un viaje dentro de este misterioso edificio, luego voy encontrando lugares pero de otros tiempos, de mi escuela secundaria, de la primaria.
Siempre la misma estructura, NUNCA el mismo acontecimiento que se desplaza y se me escurre en el tiempo. Suceso esquivo. Tan indefinido que me pregunto de donde viene la certeza de su existencia; en que plano de estos millones de fragmentos de este universo descompuesto debo buscar cuando ya no existen puntos estacionales ni descansos sino un puro devenir que juega con la geometría de mi memoria.

Situaciones, recuerdos, anécdotas. Ahora el viaje es en el tiempo.


Corte

Estoy queriendo salir de este edificio. No encuentro la salida.
Patios. Patios del recreo entre la hora de Matemáticas y de Lengua. Patios de la escuela. Tiempo y espacio entremezclan sus planos.
Este tiempo con aquel espacio, más otro tiempo de un recuerdo, de una imagen sumamente circunscrita, como el estar mirando un pequeño azulejo de un rincón del living de mi casa a los 5 años. De un espacio que es mi casa en ese patio, en ese patio de otro tiempo, con otra gente, que se confunde con mi mismo en un tiempo confuso que me remite a un espacio indeterminado en un punto del tiempo que se fragmenta y despliega otro universo dentro de sí mismo.

Quiero salir ya de este edificio transtemporal, de este laberinto transespacial, de este mí transpersonal.

Encuentro la cochera (el parking). Ahí deben estar mis amigos esperando en el auto.
Ahí están. Me acerco al coche.
No se mueven, parecen estatuas, sólidos, absolutamente quietos. Les digo- “dale no jodan que me quiero ir”. Intento abrir la puerta y esta cerrada. Pestillo bajado.
Los vuelvo a mirar.- “Ehh! Chicos!” Estatuas inmóviles. Ni siquiera respiran.
Levanto la vista.
Vuelvo a mirar para insistir y…. ya no había nadie en el coche. Habían desaparecido.


Corte

Busco la salida de esta Universidad.
Estoy en el estacionamiento de coches.
Veo un policía y me acerco.
Le digo- “Disculpe, me podría decir como salir de aquí? No encuentro la salida”
Me contesta: “Yo no sé, pero podes preguntarle a él, que sí sabe” Cuando me giro a preguntarle al otro policía veo que era solo un cartel hecho de un palo de hierro con una goma de coche como base. Me sorprende y me giro hacia el policía sin comprender el chiste estúpido. Cuando lo veo era otro palo exactamente igual a su compañero.


Corte



BÚSQUEDA


He logrado salir. Es de día, de mañana supongo.
Busco algo. Camino por un descampado en Ciudad Universitaria.
Perros, jaurías. Un dogo blanco es el líder. Fascinante. Los sigo. Soy perro buscando, oliendo comida, hembras, llanura. Olor.
Esto transcurre en miles de años. Transcurrió en miles de años. Millones de siglos.
Tiempos remotos de una jauría de perros buscando en llanuras y bosques; impregnando sus hocicos de olor a pasto, a hembras.
Cacería.

Corte

Llegamos (la jauría) a una cancha de fútbol (realmente). Se jugaron muchos partidos aquí. Veo las jugadas. Miles de jugadas. Siento muchos jugadores, su cansancio, el ruido de los botines en el piso de tierra dura y piedras. Arcos y gol.


Corte

Un hongo azul. Precioso. Azul marino. Con un tallo blanco.
Un hongo increíble. Lo he encontrado.
Aquí. En el medio de un descampado, entre la maleza.
Debe ser una droga maravillosa.
Lo miro fascinado. Quiero recordar donde está. Como encontrarlo otra vez.


Corte

Estoy frente a una ventana. De una casa. (real)
Quiero una medialuna, una factura, allí son ricas.
Alguien de la casa se asoma y me pregunta qué quiero.
-Una medialuna por favor- le digo.
-Aquí no tenemos medialunas- dice el hombre que se había asomado, entre asombrado y defensivo-agresivo
-Vale, andá a donde las tienen y traéme una medialuna- Le digo, pensando que me estaba haciendo alguna broma. (Porque claro las medialunas estarían allí atrás, donde las hacen, y no en la ventana desde donde me hablaba este señor.)
Quizás por la cara del señor o por otra razón me doy cuenta que no tenían medialunas. Quizás era solo una casa normal; sin medialunas.


Corte



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